domingo, 4 de junio de 2017

LA SITUACIÓN CRIMINOLÓGICA ACTUAL
Hoy en día, la conocida expresión de Emile Durkheim de que el crimen es algo
normal o natural y hasta útil o necesario en la sociedad, no solo mantiene vigencia
sino que aparece más real que nunca.
Recordemos que para Durkheim, el delincuente era un sujeto normal y el delito era
normal y positivo porque no existe una sociedad que no posea criminalidad,
siendo anormal solo cuando descendíamos debajo de ciertos límites; y en cuanto
a su positividad, porque fortalecía la moral del Derecho y era funcional para la
sociedad, convirtiéndose en patológico cuando descendía por debajo de ciertos
límites.
Para rubricar estas consideraciones pronunciadas durante la defensa de su tesis
doctoral en La Sorbona, ante sus escandalizados examinadores, refirió que
Sócrates, de acuerdo con el derecho ateniense, fue un criminal, pero que su
crimen (Independencia de pensamiento) fue útil no solo para su patria sino para la
humanidad entera.
Posteriormente, Gabriel Tarde critico duramente la aseveración de Durkheim, de
que el delito era algo normal, suscitándose entre ambos una célebre polémica.
Tarde preguntaba: ¿Cómo justificar la represión de lo que se hace bien? Con esta
lógica algunos piensan que desbarató la afirmación de Durkheim.
El hecho es que en la sociedad contemporánea, el crimen está estrechamente
vinculado en nuestra cotidiana existencia social, son parte de nuestro diario vivir.
En efecto, todos los días los medios de comunicación escritos, radiales y
televisivos, informan abundantemente de crímenes perpetrados en todas las
modalidades inimaginables y del incremento exponencial de los índices de
criminalidad. 
A tal punto ha llegado esta situación que hasta parece que las novelas y cuentos
de antaño, han cobrado realismo en nuestros días. Inclusive las antiguas series
televisivas sobre crímenes y juicios han sido superadas en imaginación,
truculencia y rating por las noticias reales. Las secciones periodísticas
denominadas “crónicas policiales o rojas” han desaparecido porque ya no son la
excepción a la mayoría de noticias del órgano informativo sino la regla. En
definitiva, el crimen ya no ocurre en la periferia o marginalidad. Se ha instalado
entre nosotros. Todos somos, de una u otra manera, victimarios, víctimas o
testigos y alrededor de esos roles se generan una serie de sentimientos diversos y
encontrados, obviamente emocionales antes que racionales. Gobernantes y
gobernados nos encontramos en medio de esta vorágine.

Como consecuencia de semejante situación, estamos plenos de convencimiento
de que las políticas criminológicas son el resultado del estudio, análisis y reflexión
de especialistas; y que lo que se persigue lograr a través de ellas es la
salvaguardia de nuestra libertad y derechos fundamentales, para lo cual se busca
sancionar cada vez más gravemente los crímenes. Sin embargo, no queremos
advertir que dicha respuesta es absolutamente ineficaz. No nos damos cuenta
que, probadamente, ese no es el camino para reducir y controlar la criminalidad,
pues las tasas del crimen se incrementan en vez de reducirse.

LA ETIOLOGÍA MULTIFACTORIAL DE LA CRIMINALIDAD
La Criminología busca las causas del crimen. Beristain, A. (2007: 61) nos relata
que desde los tiempos remotos en que se creía encontrar el origen del crimen en
la religión, vía dogmas, mandamientos, pecados y estados demoníacos, hasta la
brujería o hechicería; el tratamiento consistía en el castigo cruel y brutal.
El mismo autor señala que, más tarde, en la etapa científica de la Criminología,
Cesare Lombroso sostiene que la causa era la relación existente entre el
antropomorfismo no evolucionado y el ser interior; posteriormente se introducen
consideraciones sociológicas, psicológicas, biológicas, geográficas o ecológicas,
entre otras, pero todas ellas, con sus diversas tendencias o escuelas, pretendían
encontrar las causas del crimen en el ser humano, sea en su interior o en su
entorno.
A decir de Jiménez, J. (2009:223), opinión con la que coincidimos, era la época del
paradigma etiológico, que buscaba servir de base a una política criminal centrada
en la profilaxis del delincuente y en la defensa social.
Posteriormente, hacia la segunda mitad del siglo XX, surge una nueva corriente de
pensamiento o escuela criminológica, denominada Criminología Crítica, según
Pérez, A. y Pérez, B. (2006: 109), caracterizada por romper con la etapa anterior 
que consideraba al delincuente como una persona diferente y al delito como algo
patológico y busca la causa del crimen ya no en la criminalidad sino en el proceso
de criminalización...(...)

LO QUE DEBEMOS VER DETRÁS DE LOS ÍNDICES DE CRIMINALIDAD
El alarmante y peligroso problema del sensible incremento de la violencia y la
criminalidad, origina varias consecuencias negativas para la organización socio
política y jurídica.
En primer lugar, se evidencia un grave deterioro del Estado ante las legítimas
expectativas ciudadanas centradas fundamentalmente en la necesidad de
bienestar y seguridad, lo cual ocasiona inmediatamente un delicado descrédito del
cumplimiento de las funciones del Estado, los roles de la acción política y el
principio de autoridad, colocándonos en las puertas del desorden, el desgobierno y
el caos.
En segundo término, la principal afectación la padecen los derechos humanos y
con ello la dignidad del hombre sufre una rebaja intolerable, tanto del extremo
graficado por los ribetes dantescos que describen las acciones criminales, cuanto
por la respuesta violenta de las agencias del sistema penal y el verticalizado
control social que emerge de dicha situación, que coexisten sin embargo con una
cada vez mayor impunidad formal y material y con barreras de acceso a la justicia
por parte de las víctimas, lo cual no hace sino agravar su situación de indefensión.
En tercer orden, se produce la hipertrofia de lo que podríamos llamar el imaginario
social del delito, esto es, la conciencia colectiva respecto de la criminalidad supera
a la de por sí grave realidad, lo cual se constituye en un factor de
retroalimentación para el repertorio criminogénico que exhibe la sociedad y el
funcionamiento del círculo vicioso deviene incesante.
(Tomado de tesis Dr. Gino Ríos Patio - La criminalidad en la realidad peruana)

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